AL PIE DE LA LETRA. GEOGRAFÍA FANTÁSTICA DEL ALFABETO ESPAÑOL, Real Academia Española

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REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, Al pie de la letra. Geografía fantástica del alfabeto español, Fundación José Manuel Lara, Madrid, 2014 (2007), 384 páginas.

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En este tributo a la letra del sillón que ocupan de los académicos de la RAE encontramos, en orden alfabético, un feliz catálogo de ingenio literario.
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BAMBALINA DE CUS

   Es lástima que los españoles menospreciemos la q, Iéase cu, letra hacia la que sien­to una especial afición, una verdadera e insólita reverencia y una manifiesta y do­méstica parcialidad; el motivo de mi confesada inclinación es que la letra Q, léase cu, mayúscula, es la silla académica donde cada jueves del curso asiento mi cu, tradúzcase culo, y ya se sabe que de bien nacidos es ser agradecidos y estar siempre dispuestos a reconocer la dádiva y el favor.
   Un coro de ángeles capones entona el himno de las misteriosas benevolencias, aquel que arranca bajito para acabar arrebatado y que comienza con una invoca­ción a la prudente misericordia: ¡Gracias, letra q, vuelva a leerse cu, léase siempre cu, tras cuyas bambalinas insurrectas izamos el gallardete del quídam faccioso y las máscaras pintadas de albayalde de sus siete acólitos veniales, uno por cada uno de los Siete Niños de Écija!
   Quequier quibdoano, Quiquito el Quisqui, por ejemplo, o sea sin ir más lejos, acompañándose de la quindolina, la mandolina de once cuerdas inventada por él sin ayuda de nadie, entona con voz de grillo a punto de ser padre la última qasida que compuso el quejicoso Quliquedo, el marica municipal de Quintanamanvirgo. (El texto de la qasida debe adivinarse y, una vez bien sabido, aprenderse de memoria para po­der cantarlo con los ojos cerrados y el corazón en un puño). Mientras todo esto suce­día en Quart de Poblet, Queimadela y en Quintanar de la Orden, en el lugar que dicen la Quebrada del Quebracho, mismamente en la Fontana del Raposo Tartamudo, a un soldado de los Tercios de la Quiñonería que calzaba botines a la ponleví, se le torció el quebradillo y se pegó semejante traspiés que su capitán lo arrestó por indecoroso.
   —¡Para que te peas llevando el cirial y digas que son cohetes, tonto del haba, que eres un tonto del haba de cuota y sin remisión!
   Don Quod-VuIt-Deus Quijones Quijongo, alias Queroseno, recaudador de con­tribuciones muy propenso a los tocamientos libidinosos, al fútbol sala y al chocolate con tejeringos, le dijo a su primo don Queremón Quismondo y Quatretondet, alias Quiebracajete el Mozo, protésico dental ejemplarmente esmerado y de muy probadas virtudes, se lo dijo pasándole amistosamente una mano por el hombro, le dijo lo que paso a decir.
   —Quisiera hacer con la letra q, léase cu, con cuatro o cinco letras cus, una bam­balina para arropar el misterio y permitir al último quark morir en paz y en gracia de Dios. La letra q, léase cu, es la imagen del conservadurismo y está ya con un pie en el estribo del sepulcro para mal de todos. Invoco a mis dilectos benefactores don Emilio y don Francisco, los dos españoles que más saben de las letras c, léase ce, k, léase ca y q, léase cu, para que me ayuden a entonar esta mi doliente nenia. Declaro que pienso gastarme todos mis ahorros en un solemne y aparatoso funeral, en unas pompas de muerto reverenciosas y solemnes, porque las funebridades de chicha y nabo son el desdoro de las familias.
   El mancebo Quiebracajete el Mozo, gritó: ¡Viva la letra q, léase cu!, puso los ojos en blanco y expiró.

Camilo José Cela y Trulock  [Q MAYÚSCULA]

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