CUENTOS Y LEYENDAS DE LOS TRUMAI, Claire Merleau & Aurore Monod

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CLAIRE MERLEAU & AURORE MONOD, Cuentos y leyendas de los trumai, un pueblo del Amazonas, Kókinos, Madrid, 2009, 68 páginas. Ilustraciones de Hélène Georges.


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En 1966 la etnolingüista Aurore Monod contactó con estos indios que vivían en un poblado semioculto en las riberas del Xingú.
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UN JAGUAR MÁGICO Y SANGUINARIO


   Érase una vez una joven que no podía salir, porque estaba enclaustrada. Era hija del jefe y se llamaba Mahutsi. Era muy, muy bonita.
   Un día su padre talló para ella una pequeña hacha de piedra en forma de jaguar. Parecía realmente un jaguar.
   Mahutsi se hizo con ella un colgante, que llevaba siempre al cuello.
   Una noche le preguntó a su padre:
   —Padre, ¿por qué el jaguar de piedra ruge todas las noches?
   —¡Quítate ese diablo, deshazte de él! —le respondió el padre.
   Ella se lo quitó y lo dejó sobre una repisa que había hecho con arcilla del río. La talla cada vez parecía más un auténtico jaguar. Ya no parecía una escultura.
   ¡Y se convirtió en un jaguar de verdad! La joven lo crió, y el jaguar creció, creció y creció. Se hizo enorme.
   Mahutsi y el jaguar siempre estaban juntos.
   Ella le hacía cosquillas, él le lamía el Cuello...
   —¡Cuidado, hija mía! ¡Es un jaguar mágico!—le decía siempre su padre.
   Un día, muy de mañana, SUS padres se fueron a recolectar mandiocas.
   —Hija, barre la casa —le recomendó su madre.
   Ella barrió, fue a lavarse y luego se tumbó en la hamaca a comer algo de pescado asado. No le dio nada al jaguar, ni una simple espina. Este entonces comenzó a gruñir y a enseñar los dientes. La joven estaba sola en la casa. Terminó de comer y el jaguar gruñía Cada vez más. De repente, dio un Salto, cayó sobre ella, se lanzó a su cuello y la devoró. Después escapó corriendo y se Subió al tejado de la casa. La gente acudió y comenzó a lanzarle flechas.
   Devoró a Otras niñas, mujeres y jóvenes Las flechas no le hacían nada, pues era un jaguar mágico. Creció, siguió creciendo y se hizo mucho más grande.
   En el Poblado vecino se Supo la noticia.
   —¡El jaguar nos va a comer a todos! —se lamentó un joven.
   Todos estaban aterrorizados.
   El Joven y su compañero se dispusieron a Cazarlo pero, como era un jaguar mágico, tuvieron que tomar ciertos bebedizos y permanecer descansando durante todo un día. Se recluyeron en la cabaña del chamán para purificarse.
   Sus padres fueron a visitarles:
   —Hemos oído los rugidos del jaguar: no debe estar lejos—les advirtieron.
   —¿Has soñado algo? —le preguntó uno de los padres a su hijo.
   —Sí, algo muy extraño y que no comprendo: había una gran figura, un niño le lanzaba flechas y la derribaba —le contó el hijo.
   —Muy bien, magnífico —lo celebró el padre, pues le parecía un buen presagio.
   —¿Y tú qué has soñado? —preguntó otro padre a su hijo.
   —Algo raro e incomprensible: yo lanzaba una flecha a una puerta y ésta se derrumbaba—respondió el joven.
   —Muy bien —dijo su padre, pues era otro buen presagio.
   Uno de los padres fue a buscar una raíz, con la que les preparó la pócima del águila para que tuvieran muy buena vista.
   Al dia siguiente los hombres fabricaron numerosas flechas con espinas de pez raya. Después prepararon una trampa para el jaguar: cavaron un hoyo y en el fondo colocaron una parrilla de madera con el fin de poder sacarlo cuando el jaguar cayera dentro. Camuflaron el hoyo con ramajes. Atrancaron bien las puertas de las casas e hicieron un agujero en la pared para poder orinar fuera. Todo estaba preparado. Se encerraron en sus casas.
   Los valerosos jóvenes se sentaron sobre la rama de un árbol a esperar.
   —¡Atención! ¡Ya viene!
   Los cazadores le vieron llegar. El jaguar se sentó y encendió un puro. Luego echó a correr, pero enseguida se detuvo. Los jóvenes le lanzaron flechas. La primera le impactó debajo de una oreja. El monstruo se revolvió y una segunda flecha se le clavó debajo de la otra oreja. La tercera le perforó el bazo. Se debatió, rodó por el suelo y terminó cayendo en el agujero de la trampa.
   El orgullo de los jóvenes era enorme: habían demostrado tener una magnífica puntería.
   Las casas volvieron a abrirse y se organizó una fiesta. Los pájaros acudieron también para participar en la gran celebración: gavilanes, águilas, palomas, faisanes negros de cresta rizada, etc...
   El jaguar fue sacado del hoyo con pértigas y transportado al poblado. Los niños se fueron al río pues tenían prohibido escuchar los cantos de los porteadores. Le quitaron la piel al jaguar y la enterraron.
   Todos estaban felices. Jugaron al juego del murciélago, al del gusano, al de la abeja, al del sapo y al de los intercambios. Cantaron y bailaron durante todo el día.
   Así fue como los valientes jóvenes lograron matar al jaguar. Al ser un jaguar mágico, acabar con él era difícil y arriesgado.



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