LA LLAVE DORADA, Carlos Almira Picazo

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CARLOS ALMIRA PICAZO, La llave dorada, Talentura, Madrid, 2014, 178 páginas.

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EL TESTIGO

   No me importa que no me saluden, incluso prefiero que no lo hagan. A fuerza de sigilo, he logrado volverme prácticamente invisible. Sólo el gato levanta las orejas y contiene un brillo inquieto y malévolo en los ojos. Él es el único testigo de mis andanzas. Por lo demás, no me preocupa lo que puedan pensar los otros. Es la palabra del gato contra la mía. Y el animal es listo, y sabe que si insiste en maullar, en erizarse de lomos, le darán una patada y lo echarán a la escalera. Y luego cerrarán la puerta que él no puede traspasar.   

ABC DE LAS MICROFÁBULAS, Luisa Valenzuela

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LUISA VALENZUELA, ABC de las microfábulas, La Vaca, Buenos Aires, 2011.

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Esta edición incluye las ilustraciones de Lorenzo Amengual.

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C

   Claudio, caballo coscojero, corre carreras cuadreras en Catamarca con cascos centellantes. Celeste la colorada lo cala y se le cuelga del cogote. 
   Camino al corral lo calma con caricias en la cabeza, caricias en la crin. Cierra la compra y con cariño lo coge al caballo del cabestro y lo conduce a su campo en Catriló. 
   Cuando Claudio, caballo coscojero, comprende el cambio compórtase cual caballero, come con cuidado, corre con clase. Compite en Campo Central colocándose. Corónanlo. Con un clamor lo consagran. 
   Colmado, su corazón crepitante canta como caja coplera. 


   MORALEJA 

           Con amor se corre igual de rápido 
                                      pero se llega más lejos y mejor.

CONJUROS, Felipe Garrido

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FELIPE GARRIDO, Conjuros, Malpaso, Barcelona, 2014, 258 páginas.

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Malpaso edita en España este hermoso volumen que contiene 292 microrrelatos.  
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INSOMNIO

   —Tengo miedo —dijo la niña con una vocecita de algodón de azúcar, y alzó la mano para tocar al hombre que la veía, pero la bajó enseguida, arrepentida de su atrevimiento.
   El hombre estaba sentado en una mecedora, al lado de la lámpara. Era una madrugada fría y se había cobijado bien. Tenía una bufanda tejida y una boina gastada y un jorongo doblado en cuatro sobre las piernas.
   —¿Crees que venga? —preguntó la niña, sentada en la orilla de la cama, fuera ya de la luz, en la penumbra que borraba los muros de la habitación.
   El hombre volvió a dejar en las rodillas el libro que estaba leyendo, se frotó las narices ateridas y pensó que sería bueno prepararse un te, pero la idea de bajar a la cocina lo desanimó. Echó atrás la cabeza y de la cajetilla que tenía en el bolsillo de la camisa sacó un cigarro, con las uñas. Lo encendió, fumó sin ganas —pero eso le procuraba una sensación de calor— y miró de reojo a la niña.
   —¿Crees que venga? —insistió balanceándose, en medio del desorden de sábanas y almohadas, con un tono apremiante.
   —¿Quién va a venir? —murmuró, cansado.
   —El de todas las noches —contestó la niña en un susurro, con un estremecimiento que no era de frío. Ella no sentía frío jamás. Por eso andaba con los brazos desnudos, con una sombra de lirio que le velaba el rostro. "¿El de todas las noches?", preguntó el hombre sin decir palabra, haciendo más alto el arco de las cejas, metiendo las manos bajo el jorongo porque verla así, descalza, con la faldita corta, le daba más frío.
   —El fantasma —susurró la niña encorvándose,  sorprendida de haberlo dicho.
   El hombre soltó una carcajada. Se sacudió tan violentamente que estuvo a punto de perder la boina y los ojos se le llenaron de lágrimas. Cuando alzó de nuevo la vista, la niña se veía borrosa. El hombre adelantó la cabeza para buscarla.
   — ¿Ya lo olvidaste? «dijo —. El fantasma eres tú.

EL ARTE DE TIRARSE PEDOS, Pierre-Thomas-Nicolas Hurtaut

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PIERRE-THOMAS-NICOLAS HURTAUT, El arte de tirarse pedos, Pepitas de calabaza, Logroño, 2009, 108 páginas.
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Ilustra este Ensayo físico-teórico y metódico de 1751 José María Lema. En A modo de introducción (pp. 7-10) Antón Ventolín señala la valía del trabajo del ilustrado: "... el siglo XVIII, el siglo de las luces, se convirtió también, de la mano de Hurtaut, en el siglo de los aires". 

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PEDOS DE PROVINCIAS

Se nos ha asegurado, por parte de gente que lo ha experimentado, que estos pedos no son tan falsos como los de París, donde todo se refina. No se sueltan con tanto alarde, sino que son naturales y tienen un cierto regusto salino, parecido al de las ostras verdes. Abren agradablemente el apetito.

PEDOS DOMÉSTICOS

Nos hemos enterado, por los comentarios de una famosa ama de llaves de Petersburgo, que ese tipo de pedos tiene un gusto excelente cuando son tempraneros y que cuando están calientes se les cruje con placer, pero que cuando están duros pierden su sabor y parecen píldoras que sóIo se ingieren por necesidad.

PEDOS DE VIRGEN

Nos escriben desde la isla de las amazonas que los pedos que producen allí son de un gusto delicioso y muy buscado. Cuentan que sólo los hay en ese país, pero no nos lo creemos; no obstante admitimos que son extremadamente raros.

PEDOS DE MAESTROS DE ESGRIMA

Las cartas desde un campamento cercano a Constantinopla indican que los pedos de maestros de esgrima son terribles y que no es nada bueno olerlos de cerca, ya que como siempre están protegidos por un peto, Se dice que uno sólo puede acercarse a ellos con un florete en Ia mano.

PEDOS DE SEÑORITA

Son manjares exquisitos, sobre todo en las grandes ciudades, donde se los toma por pastelillos con esencia de azahar.


PEDOS DE JOVENCITAS

Cuando son maduros tienen un cierto gusto a "más, quiero más", que deleita a los verdaderos entendidos.


PEDOS DE CASADAS

Mucho podríamos transcribir sobre estos pedos, pero nos contentaremos con la conclusión del autor y diremos, de acuerdo con él, que sólo tienen gusto para los amantes y que los maridos no les hacen normalmente mucho caso.


PEDOS DE BURGUESES

Los burgueses de Ruán y de Caen nos han enviado una larga carta en forma de disertación sobre Ia naturaleza de los pedos de sus mujeres y nos gustaría satisfacer tanto a los unos como a los otros, pero no podemos decidir mejor que asegurándoles que el pedo de burgués tiene un buen tufillo, ya que está bien cebado y debidamente aderezado, con el que uno se puede contentar a falta de otros.


PEDOS DE CAMPESINOS

Para contestar a algunos bromistas de mal gusto que han echado a perder ha reputación de los pedos de campesino, nos escriben desde los alrededores de Orleans que son hermosos y están bien confeccionados. A pesar de estar condimentados a la aldeana, mantienen el buen gusto y se asegura a los viajeros que es un verdadero bocado para ellos y que podrán tragarlos con plena seguridad, como cerezas.


PEDOS DE PASTOR

En opinión de las pastoras del valle del Tempe, en Tesalia, sus pedos tienen el verdadero tufillo del pedo, es decir, que huelen a naturaleza, ya que se producen en un terreno en el que crecen plantas aromáticas como el serpol y la mejorana, y que creen que sus pedos se distinguen de los de otras pastoras nacidas en terrenos incultos. La marca distintiva que muestran para reconocerlos y no equivocarse es hacer lo mismo que se hace con los conejos para asegurarse de que son de campo, olerles el culo.


PEDOS DE VIEJA

El comercio de estos pedos es tan desagradable que no se encuentra mercader que los venda. No pretendemos con eso impedir a nadie que meta las narices, el comercio es libre.

SIN IR MÁS LEJOS, Giselle Aronson

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GISELLE ARONSON, Sin ir más lejos, Macedonia, Morón, 2014, 72 páginas.

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LOS FANTASMAS Y EL TIEMPO

   Los fantasmas existen.
   Se convierten en ausencias perpetuas, perdurables, persistentes.
   A veces, son ellos los presentes y nosotros, mortales, meros espectros. Espectadores de una función diacrónica, que acaba siendo siempre la misma escena. Porque para los fantasmas el tiempo siempre es éste.
   Y para los que se creen aún vivos, el tiempo siempre es otro.

MUNDOS IMAGINADOS, Miriam Chepsy

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MIRIAM CHEPSY, Mundos imaginados, Araña Editorial, Madrid, 2014, p. 96.

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PRIMER MUNDO 

   1. Son las siete de la tarde. Es un día frío, nublado y gris. La calle, con sus paredes y su suelo de piedra, mimetiza su color con el del ambiente. Las farolas crean sombras que acentúan la volumetría de los edificios. Sobre el pavimento resuenan las pisadas, y los ruidos de la gente, sus conversaciones, reverberan contra los muros y se amplifican escuchándose como dentro de un espacio cerrado.

   2. Son las siete de la tarde. Voy caminando por esa calle distraídamente. Veo a un costado, contra la fachada, un enorme ramillete de globos amarillos, enormes, con forma de animales. Sigo con la mirada los hilos que lo sostienen. Llegan hasta una mano flaca, de piel oscura. Recorro con la vista ese brazo, enfundado en una chaqueta demasiado fina, y me encuentro con una cara que expresa sufrimiento y hambre, con ojos muy negros y una trenza que le cae sobre la espalda.

   3. Son las siete de la tarde. El cielo está casi negro. Las gentes pasan sin mirarme, apuradas. Con este frío y estas nubes que amenazan lluvia, ¿quién se va a parar a comprar unos globos? Si ni siquiera tiran, al pasar, alguna moneda a mi lado. Mierda de ciudad ésta. ¿Es que no puede haber dos días de sol sin que siempre caiga agua? Y ya es noche, debo volver a casa. En la oscuridad, con mi carga a cuestas, camino llevando mi hambre. Qué será de Gerardo, que ha ido al Sur en busca de trabajo.

   4. Son las siete de la tarde, hace calor, estoy cansado de trabajar catorce horas en esta maldita cosecha. Quedan quince días para volver con Amanda, si sobrevivo, que ayer un tren atropelló al ómnibus que llevaba a la gente a las barracas. Jodidas barracas, no se puede dormir así, hacinados, y con ese olor a pis que se mete hasta las entrañas. Qué será de Amanda, que ha quedado sola en casa de los colombianos.

   5. Son las doce del mediodía, el sol cae vertical sobre el poblado. Sentada a la puerta de mi casa, miro cómo los niños corretean con los pies descalzos. Oteo la carretera como si por ella pudieran venir, andando, los billetes para llevar a mis nietos, o por lo menos, el cartero, con noticias de Amanda y de Gerardo. Pero sólo veo el polvo que levantan los coches al pasar.
   Por allí, nunca llega nadie.

Y TODO LO DEMÁS, Alfredo Chacón

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ALFREDO CHACÓN, Y todo lo demás, Monte Ávila Editores, Caracas, 2005, 92 páginas.

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DEL MORDISCO

   El mordisco ahueca, discurre en la materia que antes no era suya y ahora le es extraña. Abre camino hacia no sabe dónde, encuentra la salida de la pulpa pero no su entrada, no sabe estar en ella relamido de goce (no sabe cómo es tal acontecimiento). El mordisco no sabe hacer, nadie lo llama. Desconoce la espera. Ignora hasta qué punto difiere del beso y de la dentellada, o si se les parece.

EGUBERRÍA, Juan Kruz Igerabide

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JUAN KRUZ IGERABIDE, Eguberría, Nerea, Madrid, 2013, 80 páginas. Ilustraciones de Elena Odriazola.

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Este libro subtitulado Tradiciones, canciones y cuentos navideños del País Vasco, obtuvo el Premio Nacional de Edición 2013.
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CUENTO DE NAVIDAD DE LOS GENTILES

   Bailaban y jugaban los gentiles en Aralar cuando, de pronto, vieron aparecer por el Este una brillante nube dorada. Asustados, corrieron en busca de un viejo hechicero, y le pidieron que interpretara el prodigio.
   El viejo hechicero jamás había abandonado la cueva donde vivía, y nadie conocía su edad. Lo sacaron de la cueva y se lo llevaron hasta el collado; pero el viejo hechicero había estado tanto tiempo a oscuras, que no podía abrir los ojos por mucho que lo intentara.
   —Abridme los ojos con dos palancas —pidió.
   Así lo hicieron los gentiles: valiéndose de dos palancas, le abrieron los ojos. El hechicero observó con deteni­miento la nube, y habló:
   —Ha nacido Kixmi. Es el fin de nuestra raza. Se acabó.
   Todos echaron a correr despavoridos, con la nube pisándoles los talones, y se escondieron bajo una piedra gigantesca, que se denomina «piedra de gentiles»; se trata de un dolmen.
   Kixmi significa mono. Así llamaban los gentiles a Jesús. Es posible que, a aquellos gigantes, los humanos y su dios-hombre les parecieran monos.


BELLAS DE SANGRE CONTRARIA, Lilian Elphick

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LILIAN ELPHICK, Bellas de sangre contraria, Mosquito, Santiago de Chile, 2009, 70 páginas.

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ADANA

   Mírame las costillas: hay cuatro rotas; te las doy así como están, y el ojo perpetuo en su tinta.
   Luego harán de mí la boca incendiaria, el paquete inservible que se lanza al vacío.
   Mira el sin refugio, la alambrada, la púa, el diente en el suelo.
   Adana es mi nombre.
   Repítelo.
   Guárdalo en tu corazón para que otros me recuerden como el primer verbo crucificado en las casas de tortura.

EL AGUA QUE FALTA, Noelia Pena

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NOELIA PENA, El agua que falta, Caballo de Troya, Barcelona, 2014, 192 páginas.

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LA AGUJA

   El semáforo se pone en rojo. Llegas tarde otra vez. El hombre se acerca. Lo ves a diario. Cojea siempre del mismo lado. El letrero es también el mismo. Sobrevive a la lluvia porque está plastificado. Los ojos son los mismos. Sobrevi­ven también a la lluvia. En la radio dicen que el frente frío seguirá hasta el domingo. El cristal empieza a empañarse y enciendes el aire. Ahora miras la aguja que marca el nivel del depósito. La aguja. Ha subido mucho. La gasolina. Ha subido mucho. Una sombra se detiene un segundo a la al­tura del coche y pasa de largo. Levantas ya la vista. Hace días que eres incapaz de mirarle a los ojos. Te sientes una mier­da. Llevas tres meses viéndolo a diario y no le has dado nun­ca nada. Nunca. El semáforo se pone en verde.

CALEIDOSCOPIO, Laura Nicastro

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Laura Nicastro, Caleidoscopio, Macedonia, Morón, 2014, 72 páginas.

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CINTA DE MOEBIUS

   Aquella película se convirtió en un ícono de la cinematografía gracias a una sola escena truculenta. Lo que pocos saben es que fue la única toma que no interpretó el protagonista (pues debía cumplir con otro compromiso laboral) sino su doble. Así fue como el actor principal hizo el esfuerzo de encarnar el personaje a lo largo de muchas horas de ensayos y filmación, pero sería recordado por esa escena emblemática que otro había actuado en su reemplazo. El otro, por razones contractuales, debió callar sobre el momento glorioso de su carrera. Ambos hombres quedaron eternamente unidos por un pacto de silencio y por la misma frustración, aunque de diferente origen.

HACER EL CUENTO, Caro Fernández & Leo Mercado

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CARO FERNÁNDEZ & LEO MERCADOHacer el cuento. MicrocrónicasMacedonia, Morón, 2012, 106 páginas.

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TENACIDAD

   Después de tomar largos cursos de física, aritmética y geometría, había diseñado el plan perfecto para orientarla, de manera que ésta tomara impulso, se deslizara en línea recta e impactara de lleno sobre la casa de su suegra.
   Lo que Sísifo no calculó, fue que había que subir la roca hasta la cima de la montaña. 

PLAYAS, CIUDADES Y MONTAÑAS, Julio Camba

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JULIO CAMBA, Playas, ciudades y montañas, Reino de Cordelia, Madrid, 2012, 280 páginas.

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Reino de Cordelia reedita esta colección de artículos  centrada en los espacios de Galicia, París y Suiza. En Un escritor todoterreno (pp. 13-15) Francisco Fuster García alaba la capacidad de Camba para comprimir cualquier realidad a "una superficie literaria de 150 centímetros cuadrados".
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LOS RECIÉN CASADOS

   Suiza es el país de elección de los recién casados. ¡Las his­torias que deben de saber estos camareros de hotel y estos controleurs de ferrocarril! Todos los recién casados de todo el mundo vienen a Suiza a hacerse la ilusión de que el matri­monio es un idilio, y de que tiene una relación directa con los blandos lagos, con las montañas azules, con la nieve vir­ginal, con el cielo puro y con lo arroyos cristalinos. Las pare­jas más innobles y más desproporcionadas, los matrimonios más interesados, se poetizan aquí. Aquí los recién casados parece que se quieren como si no se hubieran casado toda­vía. Es una mezcla de amor, de facturas de hotel y de guías ferroviarias. Es más poético que París y menos peligroso. Aquí no hay riesgo de que el novio se pierda a la tercera o cuarta noche ni de que la novia se enamore de nada en un escapa­rate de la rue de la Paix. Novio y novia se regalan mutuamen­te un reloj, un auténtico reloj suizo, marcha garantizada, y en paz. Durante quince días es la luna de miel complicada con el Mont-Blanc, la mer de glace y el lago Leman; la luna de miel y el Baedeker y la Agencia Cook. La novia se entera de quiénes fueron Rousseau y Guillermo Tell, y luego dice:
   —¡Cuántas cosas aprende una durante la luna de miel!
   Sí. Aquí se viene de recién casado como se va a París de recién divorciado o de recién viudo, ya que por ahora la viu­dez es la única forma de divorcio posible en España. Para muchas gentes, venir a Suiza es una cosa tan propia del acto de contraer matrimonio como el ir al Registro Civil. Hay muchachas que se casan únicamente por el viaje a Suiza. Diez, quince, veinte años después de casados, el recuerdo de Suiza dura todavía en muchos matrimonios, y en los buenos momentos conyugales este recuerdo es evocado con delicia:
   —¿Te acuerdas de Chamonix? ¿Y de Guillermo Tell? Tú decías que le habías visto en un circo disparándole a una patata sobre la cabeza de su hijo...
   Los amores libres, así como los amores adúlteros y mis­teriosos, se refugian a orillas del lago de Como. Allí dice Barrés que van los grandes enamorados a morir de “volup­tuosidad y de indolencia”. Aquí no hay amor; no hay más que matrimonio. La poesía del lago Leman, con respecto a la ver­dadera poesía, es lo que el matrimonio con respecto al amor.
   El lago Leman tiene un alma burguesa y un romanti­cismo burgués.
   ¡Cuánto siento no estar recién casado! ¡Si uno pudiera reciéncasarse en vez de casarse completamente! Porque así, soltero, está uno en Suiza de una manera desairada, como un veraneante de segundo orden.

ESTRAMBÓLICOS, André Letria & José Jorge Letria

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ANDRÉ LETRIA & JOSÉ JORGE LETRIA, Estrambólicos, Ediciones La Fragantina, Fraga, 2013, 18 páginas.

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En la presentación se advierte al lector: "Un Estrambólico es una criatura extraña y reservada". Los Letria ofrecen al lector la posibilidad de configurar hasta 4.096 personajes permutando las tres pestañas en las que están seccionados sus primitivos diciséis estrambólicos.
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CONSEJOS PARA NIÑAS PEQUEÑAS, Mark Twain

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MARK TWAIN, Consejos para niñas pequeñas, Sexto Piso, Madrid, 2014, 28 páginas.

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Vladimir Radunsky ilustra estos consejos traducidos por Raquel Vicedo al español.
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Si tú madre te pide que hagas algo, no está bien decirle que no. Es mejor y más conveniente darle a entender que harás lo que te ordena y, después, proceder con discreción según los dictados de tu sabio criterio.


MALOS Y MALDITOS, Fernando Savater

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FERNANDO SAVATER, Malos y malditos, Alfaguara, Madrid, 1996, 98 páginas.

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En el Prólogo (pp. 8-9) Savater afirma que los malos, los malditos, los adversarios que aparecen en novelas o cuentos (desde Polifemo a los velocirraptores) "son amigos de los lectores porque contribuyen a que nos divirtamos, a que soñemos y también pensemos un poco". Juan Ramón Alonso aporta las ilustraciones.
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EL CERDO NAPOLEÓN

   ¿Son fieles los perros? ¿Son astutos los zorros? ¿Tienen buena memoria los elefantes? ¿Destacan las hormigas por ser muy aho­rrativas y las cigarras por resultar demasiado imprevisoras? ¿Es cruel el tigre y pacífica la paloma y madrugador el gallo y bailarín el oso y valiente el león y estúpido el asno y feroz el lobo y sucio el cerdo y malvada la serpiente y... ? Puede que este repar­to de buenas y malas cualidades sea acertado en algunos casos, pero otras muchas veces se equivoca por completo (las palomas son muy agresivas, por ejemplo, y los asnos, nada tontos). Lo cierto es que los humanos vemos a los animales desde nuestro punto de vista y les convertimos en ejemplos de vicios o virtu­des que nos interesan mucho a nosotros pero no a ellos.
   A lo largo de la historia de la literatura, algunos escritores han utilizado a los bichos para dar lecciones o enviar mensajes a los humanos. Esos cuentos protagonizados por animales poco “animalescos” y muy humanizados, que se nos parecen en demasiadas cosas, que hablan, hacen casas, tienen reyes, etc., suelen llamarse “fábulas”. Seguro que te acuerdas de algunas muy famosas, como La cigarra y la hormiga, La zorra y el cuervo, La liebre y la tortuga, El lobo y los tres cerditos, etc... En cada una de las fábulas se plantea el enfrentamiento entre un animal que representa un comportamiento malvado o imprudente y otro bicho que se porta con bondad o con prudencia. El resultado es que el malo y sobre todo el imprudente resultan castigados por su avaricia, por su ignorancia, por su descuido o por su falsedad. Al final cada fábula tiene su “moraleja”; es decir, una pequeña lección que nos enseña lo que hay que hacer o lo que debemos evitar. A veces las fábulas son bastante crueles y yo no te recomiendo que hagas caso de algunas moralejas. A mí la pobre cigarra me ha caído siempre muy bien, ya ves, y la hormiguita hacendosa me parece una antipática y una egoísta de cuidado...
   Una de las fábulas más emocionantes y terribles escritas en nuestro siglo se llama Rebelión en la granja. ¿La recuerdas? Los ani­males de una granja se rebelan contra el amo que los tiraniza, un hombre brutal. Logran expulsar al amo y organizan la granja de modo que todos —las gallinas, los perros, los caballos, los cerdos, el asno, etc...— tengan igual derecho a disfrutar de lo que consiguen con su trabajo. Pero poco a poco los cerdos, dirigidos por uno muy listo llamado Napoleón, se van convirtiendo en los nuevos amos de la granja: trabajan cada vez menos, se apoderan de los mejores bocados, tienen todo tipo de privilegios, amena­zan e incluso matan a quienes no les son ya útiles, etc,.. Napoleón acaba siendo un tirano peor que el antiguo dueño de la granja. Uno de los trucos que utiliza para conseguir mandar sobre el resto de los animales es la propaganda: se las arregla para cam­biar la historia de las luchas que han mantenido contra los humanos, de modo que siempre parece que él fue un héroe, y sus rivales, cobardes o traidores. También modifica con astucia las leyes que habían establecido los animales de la granja: por ejemplo, donde ellos pusieron todos los animales son iguales Napoleón pondrá “todos los animales son iguales, ‘pero unos son más iguales que otros”.
   ¿Cuál es la moraleja de esta fábula? Que el poder es algo muy peligroso y que siempre hay algunos que están dispuestos a cualquier cosa —la mentira, el crimen, lo que sea— con tal de dominar a los demás y aprovecharse de ellos. George Orwell, el autor de Rebelión en la granja, estaba pensando en Stalin cuan­do inventó al cerdo Napoleón; pero la moraleja de esta fábula sirve también para cualquier otro dictador, como Hitler, Mao-Tse-Tung, Franco, etc,... La única solución para evitar que alguien se haga el amo de la granja o del país en que vivimos es el sistema democrático: que sólo mande quien haya sido elegido por la mayoría y que deje de mandar cuando la mayo­ría decida que no le gusta cómo está mandando. ¡Ah, y cuida­do con las falsificaciones de la historia o de las leyes, porque no faltará algún cerdo que se aproveche de ellas!

EN CEJUNTA Y GAMUD, Antonio Fernández Molina

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ANTONIO FERNÁNDEZ MOLINA, En Cejunta y Gamud, Heliodoro, Santiago de Compostela, 1986, 64 páginas.


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En la Adenda (pp. 51-60) escribe Claudio Bastida a AFM: "Somos una generación sin futuro, Antonio; nadie escribirá tesis doctorales sobre nosotros, acompañando la letra con música de una flauta hecha con nuestras tibias y peronés".
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   En Cejunta, cuando un pobre está bajo de moral se le coloca una piedrecita en la boca y se le dan buenos consejos.
   El, después, a solas, ha de escupir la piedra y hacer propósito de que va a levantar su moral.
   En algunos casos se obtienen buenos resultados, pero es mejor prometerle entonces que algún día se casará con la hija del rey y que todo irá sobre ruedas. A los pobres les entra la euforia, empiezan a vestir con elegancia y rinden mucho más en el trabajo. Algunos, efectivamente, prosperan.
   Antes, este método no fallaba nunca. Pero un día, uno de los pobres de moral caída, dijo:
   —¿Casarme con la hija del rey? Ese rey no existe y, aunque existiera, para mí no sería suficiente.
   Tal fue el estupor que causaron sus palabras que no se reaccionó a tiempo y el pobre se marchó de allí a paso normal y sin que nadie le pidiera cuentas de nada.
   Y bastó esta sola excepción para que el método, que dio tan buenos resuitados, se aplique ya con mucha desconfianza.


GUÍA DE LOS LUGARES IMAGINARIOS, Alberto Manguel & Gianni Guadalupi

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ALBERTO MANGUEL & GIANNI GUDALUPI, Guía de los lugares imaginarios, Alianza Editorial, Madrid, 2014 (2000), 694 páginas.

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En Cómo se escribió la Guía de lugares imaginarios (pp. 7-13) Manguel relata cómo la semilla de este brillante proyecto surge de la broma intelectual (sugerida por Gudalupi) de escribir una Guía turística para La ville vampire de Paul Féval. Las ilustraciones son de Graham Greenfield y los mapas y los planos de James Cook.
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TESORO ISLA DEL

   Situada frente a las costas de México; tiene unos quince kilómetros de largo por ocho de ancho. En la costa sur hay un Puerto natural, conocido corno e1 Fondeadero del capitán Kidd.
   El extremo sudoeste de la isla, alrededor de la punta del Cestón de Bolina, es prácticamente inaccesible a causa de sus acantilados. Hacia el norte está el cabo de los Bosques, cubiertos de altísimos y verdes pinos que llegan hasta el borde del mar. Las mareas y corrientes son peligrosas, sobre todo en la costa Oeste.
   Los únicos edificios de la isla son una empalizada y una cabaña oculta en los bosques próximos al fondeadero sur. Construida sobre una loma, al lado de un manantial, la cabaña puede albergar casi cua­renta personas.
   El primer mapa de la isla lo le­vantó en 1754 el capitán Flint, que escondió en ella su famoso tesoro. Flint, un célebre bucanero, desem­barcó ea compañía de seis hom­bres y enterró su tesoro de 700.000 libras esterlinas; luego mató a to­dos los testigos. BilI Bones, un compañero de Fiint, hizo un mapa rudimentario del lugar donde se hallaba el tesoro oculto. Mucho tiempo después de la muerte de Flint, los papeles yel mapa con las indicaciones para llegar a la isla fueron hallados en el «Almirante Benbow», una posada situada en la caleta de la Colina Negra.
   Varios años después de haber enterrado el tesoro, Ben Gunn, un miembro de la tripulación de Flint, pasó casualmente frente a la isla a bordo de otro barco. Cuan la reconoció y persuadió al capitán y a su tripulación de que desem­barcaran para buscar el tesoro. Fracasaron y el capitán, furioso, abandonó a Gunn en la isla, donde vivió completamente solo durante tres años.
   Provisto con el mapa hallado en la posada, un grupo de hombres al mando del caballero Trelawney zarpó de Bristol, a bordo de la Española, en busca del tesoro de Flint, pero, inadvertidamente ha­bían enrolado para el viaje a varios miembros de la antigua tripula­ción de Flint, entre ellos al capitán John Silver. Apenas la Española tocó las costas de la isla, estalló a bordo un motín urdido por Silvet. Se produjo una lucha cruenta, hubo combates en la antigua em­palizada y en la cabaña y triunfa­ron los «leales». En ese momento, Silver volvió a cambiar de bando esperando obtener así, al menos, una parte del fabuloso tesoro. Los primeros intentos para localizar el tesoro fracasaron porque Ben Gunn ya lo había hallado y lo ha­bía escondido en otra parte. Final­mente se descubrió, y los supervi­vientes de la expedición regresa­ron con Gunn a Inglaterra. Duran­te la travesía, Silver desertó llevándose parte del dinero y nun­ca más se volvió a saber de él. Tres de los que se habían amotinado en un principio fueron abandonados en la isla y hasta hoy nada se ha sa­bido de ellos.


(Robert Louis Stevenson, Treasure Ir­land, Londres, 1883.

ENTIMEMA, Vicente Núñez

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VICENTE NÚÑEZ, Entimema, Imprenta Sur, Málaga, 1997, 20 páginas.

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La foto se retrata a sí misma en la muerte, que era su objetivo.
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El disfraz nunca es elegido; es el que ya teníamos al alcance de la mano.
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Los rayos son como las hebras: fracturas.
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Una grieta no amenaza, acusa.
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Yo no he venido a este mundo a cansarme.
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Nadie va a lo que sabe ir, ya que ir de verdad es aventura.
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Sólo los genios pueden hacer de los límites avances.
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La verdadera sed lo es siempre de la ebriedad.
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Notaba yo en las paredes de mi casa una escritura indiferente a la mía. Porque lo blanco era ya lo escrito.

LA LENGUA CIEGA, Juan Antonio González Fuentes

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JUAN ANTONIO GONZÁLEZ FUENTES, La lengua ciega, DVD, Barcelona, 2009, 76 páginas.

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LOS BOSQUES HUIDOS

   Te proclama esta luz con el frío hilo de una estancia ciega. Te proclama entre noches heridas de abril oscuro, en el alumbramiento desnudo que en suspenso calcina, tan mías, las sílabas azules de aquellos bosques que siempre, siempre están huidos.

AFORISMOS EXTRAÍDOS DEL ORAĆULO MANUAL Y ARTE DE PRUDENCIA, Baltasar Gracián

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BALTASAR GRACIÁN, Aforismos extraídos del Oráculo manual y arte de prudencia, Prensas Universitarias de Zaragoza, Zaragoza, 2005, 94 páginas.

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Alberto Cirac ilustra estos treinta y seis aforismos del jesuita Gracián, de cuya obra da cuenta en Un "oráculo" dos veces breve  (pp. 5-28) José Ignacio Díez Fernández.
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Saber negar. No todo se ha de conceder, ni a todos. Tanto importa como el saber conceder y en los que mandan es atención urgente. Aquí entra el modo: más se estima el no de algunos que el de otros, porque un no dorado satisfa­ce más que un a secas. Hay muchos que siempre tienen en la boca el no, con que todo lo desazonan. El no es siempre el primero en ellos y, aunque después todo lo vienen a conceder, no se les estima, porque precedió aquella primera desazón. No se han de negar de rondón las cosas: vaya a tragos el desengaño; ni se ha de negar del todo, que sería desahuciar la depen­dencia. Queden siempre algunas reliquias de esperanza para que templen lo amargo del negar. Llene la cortesía el vacío del favor y suplan las buenas palabras la falta de las obras. El no y el son breves de decir y piden mucho pensar.


EL CARACOL DORADO, Dionisia García

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DIONISIA GARCÍA, El caracol dorado, Renacimiento, Sevilla, 2011, 176 páginas.

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Tener conciencia de nuestra ignorancia es un buen comienzo y fin.
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Para el humano siempre atardece.
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El exilio comienza cuando ya no somos nosotros.
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¿Somos los mismo en el destierro de los sueños?
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Para ahondar hay que prescindir del fondo.
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Las palabras no tienen que incendiarse, sí arder a fuego lento.
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A veces, al encender la luz se apagan otros resplandores.
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Encendamos la vida, otros se encargarán de apagarla.
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Surge la poesía del silencio y el poeta la cobija como puede.
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Conquistar el mundo no es poseerlo, sino saber estar en él.

ALUSIÓN AL PAISAJE, Ricardo Martínez-Conde

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RICARDO MARTÍNEZ-CONDE, Alusión al paisaje. Aforismos, Calima, Palma de Mallorca, 2002, 86 páginas.

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¿Qué habremos de preguntarnos: cómo seremos mañana o cómo hemos sido ayer?
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Su mayor infidelidad empezaba por sí mismo.
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La muerte semeja la esencia de la simplicidad: carece de argumentos.
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¡Los relojes sólo señalan el pasado!
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A veces el día parece elaborarse de memoria.
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Mirar como una forma de pensar.
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Cada día como una palabra, con su significado, su belleza, su silencio.
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Los días acaecen así, como líneas de un texto que jamás concluiremos.
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¡Tardes de invierno, cuadernos en blanco que intimidan!

SIMULACRO DE SORTILEGIOS, Emilio Adolfo Westphalen

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EMILIO ADOLFO WESTPHALEN, Simulacro de sortilegios, Huerga y Fierro, Madrid, 2009, 320 páginas.

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Eduardo Milán, hacia el final de su epílogo, subraya la concepción de Westphalen de la poesía como entidad fragmentaria: "una explosión de fragmentos, un big-bang de significantes que se reúne (...) en el poema por concesión de una fuerza, extraña excitación material que adquiere la palabra en su boca, que habita al hombre". Esta antología poética, por tanto, refleja cómo la poesía del autor peruano discurre por un terreno híbrido, donde las aguas del poema mínimo, el aforismo e, incluso, el microrrelato confluyen de forma armónica a lo largo de la selección.

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TÁNTALO

El río sediento
Huyendo del agua

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Concebir pensamientos de piedra — que se echen al agua y formen ondas — que se arrojen al vidrio y lo destrocen.

NOMBRES DE MUJER. CARTELES DE CINE, Francisco Antonio Fernández Oliva

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FRANCISCO ANTONIO FERNÁNDEZ OLIVA, Nombres de mujer. Carteles de cine., Ediciones JC, Madrid, 2006, 318 páginas.
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Francisco Antonio Fernández Oliva compone este catálogo de quinientas películas que tienen en común llevar por título el nombre de una mujer. 
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ZAZIE DANS LE MÉTRO  [ZAZIE EN EL METRO]

Francia, 1960

Comedia dirigida por Louis Malle y basada en una obra de Raymond Queneau. Catherine Demongeot es Zazie, una niña de nueve años curiosa y espabilada, que, por primera vez en su vida, sale del pueblo y viaja con su madre a Paris para quedarse dos días en casa de su tío Gabriel. El tío es un “artista” que trabaja en un cabaret haciendo un número musical travestido de mujer. Zazie viene a Paris con una idea fija: montarse en el metro; pero cuando llega a la ciudad no puede cumplir su deseo porque los operarios están en huelga. A la mañana siguiente, Zazie se escapa para explorar la ciudad por sí misma. Durante su aventura conoce a una serie de pintorescos personajes, entre los que se encuentran: Turandot, el casero de Gabriel, y su loro Laverdure; Albertine (Carla Marlier), la mujer de Gabriel; Charles, el taxista; Mado (Annie Fratellini), la mujer de Charles; la viuda Monaque (Yvonne Clech), una mujer histérica. El film es una comedia atípica dentro de la escuela de la “Nouvelle vague”. En palabras del director, el tema central de la película es “el encuentro de un niño o un adolescente con la corrupción y el caos del mundo adulto”. El nombre puede ser un hipocorístico de Zaza. 


DEL AMOR INCONCLUSO, Fabio Martínez

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FABIO MARTÍNEZ, Del amor inconclusoComún Presencia Editores, Bogotá, 2006, 140 páginas.

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EXPRESIONISMO ALEMÁN

   La flor azul es la flor de la noche y pertenece a Novalis. La flor plateada es la flor de la angustia y el desasosiego y pertenece a Georg Trakl.
   Nosotros, como hijos de la noche, oscilamos entre la flor azul y la plateada que pertenecen a Novalis y a Georg Trakl, el atormentado de Salzburgo.
   En la flor azul están cifradas las esperanzas plenas del poeta que sabe agradecer a su dios.
   En la flor plateada están cifradas las dudas y angustias del poeta que no ha sabido respetar a su dios, y por eso se siente infeliz y desdichado.

CRUZANDO EL PARAÍSO, Sam Shepard

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SAM SHEPARD, Cruzando el paraíso, Anagrama, Barcelona, 1997, 272 páginas.

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CONTIGO CAREZCO DE PERSPECTIVA

   No recuerdo cómo me iban las cosas antes de conocerte. ¿Siempre he estado en esta situación? Recuerdo que me sentía perdido. De eso estoy seguro. Iba sin rumbo. Pasaba de una mujer brava a la siguiente. En ocasiones permanecía junto a ellas el tiempo suficiente para darme cuenta de que su desconcierto era todavía mayor que el mío. O al menos eso era lo que sacaba en claro de lo que me decían. Pero no recuerdo que antes estuviese tan nervioso, tan hecho polvo. Las contemplaba a distancia: lavándose con una esponja en el fregadero, completamente colocadas; desmenuzando negras bolas de hachís con cuchillas de afeitar; moviéndose como reinas a cámara lenta. Después se vestían como las chicas pueblerinas de épocas pasadas, se reían tontamente y trataban de no enseñar sus largas piernas; ¡con qué garbo caminaban sobre sus tacones de goma agitando sus cabelleras igual que los caballos agitan la cola!
   Pero contigo carezco de perspectiva. Cada vez que te mueves, siento como si viajase por tu piel; cada vez que miras por la ventana, siento como si estuvieses muy sola y soñases con tiempos mejores. De nada sirve que te salude agitando los brazos. Ahora todo se ha vuelto del revés.

15/5/95 (Scottsville, Virginia)

INSTANTES. LIBRO DE HAIKUS, Jesús Martín Camacho

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JESÚS MARTÍN CAMACHO, Instantes. Libro de haikus, Palimpsesto 2.0, Sevilla, 2012, 148 páginas.

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Frío diciembre
en la pila desierta
sin voz ni ropa.

TRES CUADERNOS Y UN DESTINO, Pako Aristi

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PAKO ARISTI, Tres cuadernos y un destino, Bassarai, Vitoria, 2007, 168 páginas.

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José Luis Padrón Plazaola traduce del euskera y edita esta antología en la que el lector encontrará poemas y breves ensayos que abren la puerta a lo narrativo.
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LA ESTACIÓN DEL VERANO

   La luz del verano llega a nuestras vidas desafiando la blancura que deja la nieve sobre la tierra. El calor engulle la electricidad que se ha acumulado durante el invierno,  llena el aire de motas secas como insectos invisibles. Ese corazón que vive el invierno con la esperanza de que termine pronto es el mismo que desea que el verano se prolongue eternamente.
   El poeta Kirmen Uribe afirma que en junio el tiempo se repliega, hasta tal punto que todo parece entenderse como un nuevo comienzo. Y es que el calor nos descubre nuestro pasado más salvaje: el primate sabe que la supervivencia pronto será mucho más fácil.
   Ese primate, sin embargo, se incorporó al sistema educativo, aprendió a expresar sus sentimientos de manera ilustrada y se atrevió a reflexionar sobre las distintas esferas del pensamiento. Tiempo, espacio, olfato, emoción, cálculo, lógica... advirtió que eran conceptos diferentes. pero también que nuestro débil cerebro los mezcla una y otra vez. Obedecemos a los impulsos físicos, y no hemos descuidado, al menos del todo, nuestra tendencia a la ensoñación.
   El escritor austriaco Alfred Polgar cuenta que, aunque nunca llegó a visitarla, siempre guardó un hermoso recuerdo de la ciudad de Linz, porque por allí pasaba el tren que lo llevaba de vacaciones. Efectuaba una parada de diez minutos, que los viajeros aprovechaban para tomar alguna cerveza mientras llenaban de agua la locomotora, y dice Polgar que a partir de ahí el tren siempre arrancaba hacia el verano. El olor del campo inundaba el aire de los vagones. Los viajeros que se habían quedado dormidos preguntaban «¿Hemos pasado Linz?», y respiraban profundamente aliviados, como si ya hubieran superado lo peor. El verano trae la promesa de una vida más agradable. Si al escritor austriaco le hubiesen preguntado «Señor Polgar, ¿para usted cuándo empieza el verano?», él habría respondido: «¿El verano? El verano empieza cuando se cruza la ciudad de Linz; antes de llegar a Linz es invierno, después de Linz es verano».
   La llegada de las cuatro estaciones no siempre las marca el calendario. A menudo están al alcance de los espacios que hacemos nuestros. Polgar nunca habría imaginado el invierno después de Linz. Cuentan los historiadores que en la Edad Media la gente vivía sin emprender ningún viaje que los alejara de su pueblo por más de un día, porque aca¬baban perdiéndose con facilidad, y al partir hacia la guerra luego ya no sabían volver, y que miles de vagabundos deambulaban sin rumbo por Europa.
   Por eso procuro yo también no salir más de un día de mí mismo, no me gusta alejarme de la estación de Linz, por temor a que, si retrocedo demasiado en el tiempo, no pueda hallar a la vuelta el verano que habita mi ser.
 

FÁBULA Y MEMORIA: ANTOLOGÍA EN PROSA Y VERSO, José Manuel Caballero Bonald

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JOSÉ MANUEL CABALLERO BONALD, Fábula y memoria: Antología en prosa y verso, Alianza Editorial, Madrid, 2014, 312 páginas.

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En Somos el tiempo (pp. 15-27) María José Flores Requejo glosa la figura de este "hijo o nieto descarriado [...] del surrealismo". La ordenación de los textos encadena poemas y prosas.
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PARÉNTESIS

   Algunas veces lucha tu contrario contigo. Nada más im­pensable que confundir la abdicación con la cobardía. No serás nunca el mismo después de haberlo hecho: serás probablemente una copia imperfecta del peor de tus otros valedores. ¿Sabes tú por ventura qué voz se contradice con la voz adversario? La hostilidad persiste en razón de sus treguas. O de esa fortuita agresión del recuerdo que arrasa filialmente tu sigilosa historia perso­nal. Acúsate tan sólo de haberlo deseado: son los lastres, las rémoras que arrastras desde que miras, oyes exami­nas a esos desconocidos con los que convives.

EL PARAÍSO IMPERFECTO. ANTOLOGÍA TÍMIDA, Augusto Monterroso

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AUGUSTO MONTERROSO, El paraíso imperfecto. Antología tímida, Debolsillo, Barcelona, 2013, 240 páginas.
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LA JIRAFA QUE DE PRONTO COMPRENDIÓ QUE TODO ES RELATIVO

   Hace mucho tiempo, en un país lejano, vivía una Jirafa de estatura regular pero tan descuidada que una vez se salió de la Selva y se perdió.
   Desorientada como siempre, se puso a caminar a tontas y a locas de aquí para allá, y por más que se agachaba para encontrar el camino no lo encontraba.
   Así, deambulando, llegó a un desfiladero donde en ese momento tenía lugar una gran batalla.
   A pesar de que las bajas eran cuantiosas por ambos bandos, ninguno estaba dispuesto a ceder un milímetro de terreno.
   Los generales arengaban a sus tropas con las espadas en alto, al mismo tiempo que la nieve se teñía de púrpura con la sangre de los heridos.
   Entre el humo y el estrépito de los cañones se veía desplomarse a los muertos de uno y otro ejército, con tiempo apenas para encomendar su alma al diablo; pero los sobrevivientes continuaban disparando con entusiasmo hasta que a ellos también les tocaba y caían con un gesto estúpido pero que en su caída consideraban que la Historia iba a recoger como heroico, pues morían por defender su bandera; y efectivamente la Historia recogía esos gestos como heroicos, tanto la Historia que recogía los gestos del uno, como la que recogía los gestos del otro, ya que cada lado escribía su propia historia; así, Wellington era un héroe para los ingleses y Napoleón era un héroe para los franceses.
   A todo esto, la Jirafa siguió caminando, hasta que llegó a una parte del desfiladero en que estaba montado un enorme Cañón, que en ese preciso instante hizo un disparo exactamente unos veinte centímetros arriba de su cabeza, más o menos.
   Al ver pasar la bala tan cerca, y mientras seguía con la vista su trayectoria, la Jirafa pensó:
   «Qué bueno que no soy tan alta, pues si mi cuello midiera treinta centímetros más esa bala me habría volado la cabeza; o bien, qué bueno que esta parte del desfiladero en que está el Cañón no es tan baja, pues si midiera treinta centímetros menos la bala también me habría volado la cabeza. Ahora comprendo que todo es relativo».

EL LIBRO DE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS, Artemidoro de Daldis

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ARTEMIDORO DE DALDIS, El libro de la interpretación de los sueños, Akal, Madrid, 1999, 432 páginas.
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Esta edición de la que son responsables también como traductores los doctores María del Carmen Barrigón Fuentes y Jesús Mª Nieto Ibáñez, presenta la figura de Artemidoro, autor de estos cinco libros pseudocientíficos publicados a lo largo del siglo II después de Cristo. Como cabe esperar en una edición crítica, la introducción y las notas copiosas permiten una lectura que satisface también al erudito.  
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LOS DIFUNTOS

   El puro hecho de ver a los muertos en una visión onírica, sin hacer o sufrir nada digno de mención, significa que el soñante mantendrá una actitud análoga a la que esta­blecía con los fallecidos cuando éstos aún vivían. Si eran agradables y benefactores, indican bienes de fortuna y un placentero transcurrir del tiempo presente; si no, lo contra­rio. Si los difuntos reciben algún objeto, por ejemplo, los que se depositan junto a ellos, es funesto. Pero los más per­judiciales de todos son los que se apoderan de los vestidos, del dinero o de los alimentos, pues anuncian la muerte del propio soñador o de alguno de sus parientes. En el caso de que arrebataran otra cosa, es necesario interpretar según los criterios de analogía. Los fallecidos, incluso cuando dan algo, resultan desfavorables, excepto si hacen entrega de alimentos, dinero o indumentaria. [Yo he conocido a un hombre que soñó que mataba a su propia esposa y que des­de entonces arreglaba la casa y hacía la cama. Al día siguiente sucedió que se ponían enfermos la mayoría de los sanos. Y el sueño pareció claro después de lo sucedido. pues los enfermos requieren, según la necesidad, de la preparación de las camas, no los que están sanos].

¡OH, JUSTO, SUTIL Y PODEROSO VENENO!, Julio Camba

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JULIO CAMBA, ¡Oh, justo, sutil y poderoso veneno!, Pepitas de Calabaza, Logroño, 2014, 584 páginas.

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Julián Lacalle edita, prologa y anota Los escritos de la Anarquía (1901-1907), firmados por el talentoso joven, que, "como otros muchos de sus contemporáneos, había caído bajo el influjo de las ideas individualistas de Max Stirner y de Friedrich Nietzsche. 
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LA JOVEN LITERATURA

   Se nos pregunta a los jóvenes cuál es nuestra obra: nuestra obra terminante, definitiva y representativa. A veces, y acaso para ma­yor claridad, la pregunta es formulada en francés. Entonces se nos dice: «¿Cuál es la cheuf d’oeuvre que presentan ustedes a la consideración de los críticos?».
   Señores críticos: los jóvenes no tienen cheuf d’oeuvre alguna que someter a su consideración. Ni cheuf d’oeuvre ni siquiera un programa de estética, más o menos igual a aquellos de las capillas de París donde se tomaba té y se leían versos un día por semana. Aquí estamos divorciados los unos de los otros, si no por grandes diferencias de temperamento o de mentalidad, al menos por un noble afán de personalismo. Cuando tomamos té lo hacemos in­dividualmente y a cuenta nuestra, ¡oh, paternas mensualidades, sueldos de los periódicos, cobro de las colaboraciones!
   En cuanto a esta joven literatura es, asimismo, personal e in­dependiente. Y es, además, una literatura en formación que no ha hallado todavía su fórmula concreta y que tiene todos los matices y todas las irisaciones de lo mutable. He aquí su valor, su interés y su porvenir. La anterior literatura, ya hecha, ya concluida, con sus leyes y con sus reglas, no despierta la curiosidad de nadie y no puede satisfacer el ansia de novedad que experimenta nuestro público: ansia que responde a la ley, perfectamente natural de la evolución. Los viejos les han dado a las gentes sus obras maestras, y las gentes las han leído. Han dicho entonces las gentes: «¡muy bien!», o han dicho: «¡muy mal!». Y después, han colocado en sus estantes los libros categóricos y han comenzado a hojear los nuevos libros, llenos de vacilaciones, de anhelos y de inquietudes. Aquello ya se conocía y no iba con ello a saciarse el vivo afán de arte que se siente. ¡Oh, la ingenuidad del buen señor que compra seis ejemplares de La Correspondencia—seis ejemplares de un mismo número— para entretener sus ocios de un día!...
   En esta novísima literatura hay, para el estudio del crítico, dos cosas fundamentales: un espíritu de reacción contra la literatura anterior y una intensa tendencia de progreso en la forma y en el fondo: una tendencia, entendido bien, y no un programa. Es esta una época de crisis. Acaso de ella no salga nada útil y acaso se llegue a producir una vigorosa legión de escritores, algunos de los cuales pueden ser los mismos de hoy cuando hayan hallado la suficiente serenidad intelectual. Los demás serán los hijos de este ambiente, un ambiente más propicio, sin duda, que cualquier otro, para la formación de los espíritus y de las mentalidades. La generación actual ha suscitado el amor a nuestros casi olvidados primitivos y ha hecho que se tuviese en cuenta el actual movimiento artístico del extranjero. Todo esto constituye un elemento de cultura que los redactores de Gente Vieja ignoraban o despreciaban. Aún hoy se opone a él gran número de personas. «¿Acaso no basta leer a Gar­cía Gutiérrez, a Martínez de la Rosa, a Hartzenbusch, a Gil y Zára­te?». Y ved como, en este abolengo de gloria, se omite siempre al dulce autor de las Rimas, a Campoamor, que es un poeta único en el mundo, a Zorrilla, el maravilloso dominador del ritmo, al fuerte Espronceda y a este espíritu complejo y multiforme de Mariano José de Larra, el más grande prosista castellano de toda la época.
   Los jóvenes creen que no basta el catálogo que se les ofrece. Acaso les baste a quienes tengan menor sed de ideal; pero a ellos, no. ¿Qué mal hay, señores, en que leamos mucho? Concedemos que nuestra época romántica haya sido muy valiosa. Lo que ocu­rre es que en ningún momento de la vida llegan las cosas a ser perfectas en ese grado absoluto que se necesitaría para detener toda evolución. Con este criterio, pensamos y trabajamos. Nues­tro afán es huir de los retranquillos, de las fórmulas, de los moldes, aunque fueran moldes creados por nosotros, en los cuales hubié­ranse de vaciar, para siempre, las ideas y las sensaciones. Hemos procurado adquirir los necesarios medios de arte y nos valemos de ellos para efectuar nuestra labor. Y ved, por ejemplo, el último libro de Rubén Darío: Cantos de vida y esperanza. Un crítico inteli­gente podría no gustar de sus versos; pero hallaría en ellos asunto para un estudio largo e interesantísimo, puesto que el autor va a buscar su materia de belleza en la entraña, viva y virgen, del idio­ma. Es Darío un poeta que no se conforma jamás con lo ya hecho y que procura un nuevo interés y un nuevo motivo y una expre­sión nueva para cada una de sus poesías. En cuanto a los más jóvenes —prosistas o poetas— hállanse todos en el mismo caso. Hay excepciones, como es justo y el mal será para ellas. Así, yo au­guro un próximo fracaso de Azorín si no rompe con esa su pose, que está bien como un fuego de artificio, para llamar la atención y hacerse el reclamo; pero que solo puede tolerarse a cambio de algo substancial y positivo. La simple pirotecnia, el anzuelo en seco y la pose inútil, cansarán muy pronto a las gentes.
   Nosotros queremos que se reconozca toda esta modestia, toda esta franqueza inopinada con que verificamos nuestro acto de presentación. No pretendemos traer sobre las frentes la llama divina. Consideramos, tan solo, que, como hijos de un distinto ambiente, debemos realizar una obra distinta a la de nuestros padres. Al fin y al cabo, estos buenos ancianos acabarán por mo­rirse, y nosotros tendremos que sustituirlos. Entonces daremos origen a esta crítica comparativa que hoy resulta insensato y ab­surdo establecer. Y con todo, es ahora cuando los críticos podrían hallar en nosotros un serio motivo de estudio: una vez formados y definidos careceremos de curiosidad. Más interesante creo yo que sea el balbuceo que la palabra: tiene, sin duda, el balbuceo una sinceridad mayor y carece en absoluto de convencionalismo. Lo que importa no es clasificar o catalogar el insecto, sino seguir el proceso biológico de la larva. Ved a esta reciente legión de es­critores: Manuel Bueno, Pío Baroja, Martínez Ruiz, Ramiro de Maeztu, Antonio Palomero, Alejandro Sawa... Acaso ahora val­gan más que hace algunos años —en Germinal, en Vida Nueva, en Electra, en Juventud y en El País— cuando suministraban un serio motivo de investigación crítica. Hoy, casi todos ellos han adquirido su fórmula. Ya los conocemos. Su labor futura será una prolongación de su labor actual.
   Y esta crítica de que hablo necesítase que sea culta, conscien­te, serena, flexible, desapasionada. Solo así podrá cumplir su mi­sión y nosotros no la tendríamos en cuenta siendo de otro modo.
7 de agosto de 1905

QUINTAESENCIA, Antonio Gala

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ANTONIO GALA, Quintaesencia, Planeta, Barcelona, 2012, 336 páginas.

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Cuando el amor se va, nosotros somos otros: miramos de otra forma, entrecerramos de otra forma el libro que leemos, escuchamos de otra forma la música, aguardamos la muerte. Cuando el amor se va, nos deja moribundos de nuevo. Los que fuimos, los amantes que fuimos, se van tras el amor a esa provincia, melancólica y sólida, donde habita el olvido...
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Sea la belleza lo que quiera —una propiedad intrínseca de los seres, o un producto de nuestra mente que sólo en cada uno de nosotros rige—, es en el cuerpo y a su través donde se asienta y como se percibe. Sea universal y absoluta, o variable y dependiente de nuestros espíritus, el cuerpo es su camino y su posada.
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Se nos asegura la libertad religiosa y filosófica, la oportunidad de creer o no creer en este o aquel dogma; pero en el instante en el que el supremo tránsito se va a efectuar, la sociedad —el Estado— enmudece, se desentiende, vuelve la cara hacia otro lado. No nos deja evitar la inútil aflicción con que la vida arrastra su resaca.
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Para acercarse a la felicidad es imprescindible romper las ataduras del miedo, al contrario de lo que normalmente hacemos: creer que la felicidad consiste en aferrarnos a ellas. La atadura de impresionar en favor nuestro a los demás; la atadura de ganar dinero; la atadura de mantener el estatus; la del éxito en el trabajo y en el mundo... Y mientras nos preocupamos de que no se nos escapen nuestras ataduras, se nos escapa la vida: lo único que realmente tenemos.
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La muerte tiene nuestra sangre, es de nuestra familia. Para mí es un viejo pariente que vive fuera y ha anunciado, una vez y otra vez su vuelta a casa. Sorprende, más que su venida, que no haya ya llegado. Por temporadas, nos olvidamos de él; otras, lo echamos casi de menos, con el remordimiento que provoca el olvido. Quizá un día, de pronto, nos decidamos nosotros mismos a ir en busca del lejano pariente, y a tocar en su puerta.
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No es una vocación, sino un destino, que no puede ser contradicho y que ha de hacerse y que ha de hacerse bien: ésa es la obligación, no la de estar orgulloso o alegre de cumplirlo. Una voz le apercibe: «Sigue tu camino, deprisa. Sino, no llegarás.» «Pero ¿adónde debo llegar y cuál es mi camino?» «Tú sigue, sigue...» Y sigue el creador, como un caballo que perdió a su jinete y continúa aún participando en ya no sabe qué carrera ciega... Hasta que el cazador, siempre al acecho, dispara y lo detiene.
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En castellano, la palabra soledad tiene dos acepciones que el inglés, por ejemplo, diversifica: solitude —aislamiento pleno y tranquilo: un gozo— y lonelíness —emoción brotada de la pérdida de algo o de alguien: un pesar—. Yo, por supuesto, me refiero a la primera. Y hay que dejar muy claro que tal soledad es la más rotunda negación del egoísmo. No es un fin en sí, ni una meta, ni se justifica sin la solidaridad, ni consiste en otra cosa que en una escala que asciende o desciende.
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La vida adquiere más valor cuando uno empieza a comprobar que ha emprendido su viaje de regreso. Cuando uno empieza a vivir más despacio, con la consciencia de que muchas cosas las realiza por última vez: viajes, deseos, miradas.
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El tiempo no transcurre; transcurrimos nosotros.


ENTREVISTAS BREVES CON HOMBRES REPULSIVOS, David Foster Wallace

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DAVID FOSTER WALLACE, Entrevistas breves con hombres repulsivos, Mondadori, Barcelona, 2001, 326 páginas.

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En esta colección de narraciones de diversas extensiones caben también algunos microrrelatos. 
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PENSAR

   Ella tiene el cierre del sujetador por delante. Las arrugas de la frente de él se disipan de pronto. Él considera la posibilidad de arrodillarse. Pero sabe lo que ella puede pensar si él se arrodilla. Lo que ha hecho que se disiparan las arrugas de su frente ha sido una especie de revelación. A ella se le han salido los pechos del sujetador. Él piensa en su mujer y en su hijo. Los pechos de ella se han liberado. Ella es la hermana menor de la compañera de habitación de su mujer en la universidad. Todos los demás se han ido al centro comercial, unos de compras y otros a ver una película en el multicine del centro comercial. De pie junto a la cama, la hermana con pechos tiene una mirada decidida y una ligera sonrisa, ligera y humosa, aprendida en el cine o la televisión. Ella ve que él se ruboriza y que se le alisa la frente como si hubiera tenido una revelación: por qué ella ha insistido en no ir al centro comercial, el significado de ciertos comentarios, miradas y momentos distendidos a lo largo del fin de semana que él había pensado que eran fruto de su vanidad y su fantasía. Vemos esas cosas una docena de veces al día en la tele, pero pensamos que nuestras propias fantasías son descabelladas. Otro hombre diría que lo que ha visto era que ella se llevaba la mano al sujetador y se liberaba los pechos. Las piernas de él tiemblan un poco cuando ella le pregunta en qué está pensando. La expresión de ella está sacada de la página 18 del catálogo de Victoria’s Secret. Él piensa que ella es de esas mujeres que se dejarían puestos los zapatos de tacón si él se lo pidiera. Incluso si nunca antes se hubiera dejado puestos los zapatos de tacón, ella le dedicaría una sonrisa cómplice y humosa, sacada de la página 18. Visto fugazmente de perfil cuando ella se gira para cerrar la puerta, su pecho es una media esfera por debajo y la curva de una pista de saltos de esquí por encima. El gesto lánguido con que ella hace girar la puerta y la empuja están cargados de significado. Él se da cuenta de que ella está reproduciendo la escena de alguna película que le gusta. En el retablo que ocupa la imaginación de él, su mujer tiene la mano en el hombro diminuto de su hijo en un gesto casi paternal.
   No es que él decida arrodillarse, simplemente le parece notar una fuerza que le hace doblar las rodillas. Su posición puede hacerle pensar a ella que él quiere quitarle la ropa interior. Cuando ella se le acerca, la ropa interior le queda a la altura de la cara. Él casi nota la textura de la tela de sus pantalones y el tacto de la alfombra que tiene debajo, contra las rodillas. La expresión de ella es una combinación de seducción y excitación, además de un revestimiento ligeramente burlón destinado a denotar sofisticación, la pérdida de todas las ilusiones hace mucho tiempo. Cuando él junta las manos delante del pecho queda claro que se ha arrodillado para rezar. Tiene la cara de un color muy subido. Cuando ella deja de caminar, sus pechos detienen su ligero temblor y su balanceo. Ella sigue estando en el mismo lado de la cama, pero todavía no está encima de él. Él clava una mirada suplicante en el techo. Sus labios se mueven sin hacer ruido. Ella parece confusa. La conciencia de su propia desnudez se convierte en una clase distinta de conciencia. La hermana de ella, su marido y sus niños, la mujer y el hijo del hombre han cogido la furgoneta de este para ir al centro comercial. Ella se cruza de brazos y mira fugazmente hacia atrás: hacia la puerta, su blusa, el sujetador y el tocador de anticuario de la esposa salpicado de la luz del sol que entra a través de las hojas de la ventana. Ella puede intentar, solo por un momento, imaginar lo que está pasando por la cabeza de él. El extremo de una báscula de baño sobresale ligeramente junto a los pies de la cama, por debajo del dobladillo vaporoso del edredón. Por un solo instante, ella puede intentar ponerse en el lugar de él.
   La pregunta de ella hace que a él se le arrugue la frente y se le escape una mueca de dolor. Ella ha cruzado los brazos. Es una pregunta de tres palabras.
   —No es lo que estás pensando —dice él. Su mirada no se desvía del punto medio entre el techo y ellos dos. Ella acaba de fijarse en su propia postura, en lo idiota que puede parecer desde una ventana. No es la excitación lo que le ha endurecido los pezones. También a ella se le forma una línea perpleja en la frente.
   —No tengo miedo de lo que estás pensando —dice él.
   Y qué pasaría si ella se arrodillara en el suelo con él, así sin más, unidos en actitud suplicante: así sin más.

LA POESÍA Y TÚ, Kepa Murua

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KEPA MURUA, La poesía y tú, Brosquil, Valencia, 2003, 132 páginas.

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Un banco de peces sin rumbo, un mar sin ruido, una playa desierta es la poesía que mira desde las alturas.
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La originalidad es reconocer lo anterior como verdadero.
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El contorno es lo que delimita, el saber lo que destruye, la ignorancia lo que nos ciega.
***
La poesía es un campo de batalla, las manos dagas que coagulan el vientre de las palabras.
***
Un susurro es un conjuro para secar las lágrimas de antaño.
***
Un limón como pisapapeles es un seno cortado por un milagro pobre.
***
Las arrugas son la filarmónica de la vejez, la falta de dientes, el abecedario sin hache; y la derrota, el deseo de atacar de nuevo.
***
Los instantes efímeros no son habituales.
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La poesía ha tocado la puerta y ha preguntado de qué vives, de qué comes, por qué como los demás no trabajas. No se ha marchado.