CARICATURAS Y RETRATOS, Julio Camba

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JULIO CAMBA, Caricaturas y retratos, Fórcola, Madrid, 2013, 192 páginas.

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Teñidos, a pesar de tomar como punto de partida la realidad, por una original y reconocible "impresión subjetiva", sobre esta colección de textos explica al final de su prólogo el editor, Francisco Fuster: "Se puede decir que a través de estos artículos el autor nos quiso contar cuál era su forma de ver a algunos escritores y pensadores de su época, pero terminó mostrándonos cómo era él mismo. Estas semblanzas nos muestran treinta maneras distintas de ser; treinta maneras de ser Julio Camba."


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PAUL VERLAINE

   M. Paul Verlaine está invitado para el jueves a un «té poético» en casa de la duquesa de Rohan. Es de suponer que habrá pastas, y si Verlaine viviese todavía se las comería todas. ¡El pobre Verlaine! Por fin, va a entrar en la buena sociedad. Ya puede irse al Barrio Latino, que no le coge tan lejos del cementerio, y ver si encuentra por allí alguna amiga que le limpie las manchas de la levita.
   ¿Cómo se le habrá ocurrido a la duquesa la idea de invitar a Verlaine? Comoedia, que es el periódico en donde aparece la curiosa revelación, se extraña de que la ilustre dama ignore la muerte del poeta; pero yo creo que no la ignora. Si ella supiese que Verlaine vivía, ¿cómo iba a cometer la tontería de llevarle a su casa? ¡Bonito papel iba a hacer en un salón aquel pelmazo de Verlaine! Seguramente llegaría borracho, mascando una de esas pipas apestosas que hemos visto los escritores madrileños os en la colecclon de Alejandro Sawa, y más pronto o más tarde metería la pata. Para mí que la duquesa estaba completamente segura de que Verlaine había muerto. De lo contrario, en vez de invitarle a un té, le hubiese pagado un bistec con patatas, y Verlaine se lo hubiese agradecido más.
   De un modo o de otro, Verlaine está invitado, pero se supone que no asistirá. Por primera vez, un poeta va a despreciar un convite. La invitacion, que aparece autógrafa en el periodico Comoedia, esta dirigida a nombre de M. Eugenio Tasquelle, el editor de Verlaine, que, mejor alimentado, vive todavía. ¡Como ese Verlaine no tuvo nunca domicilio!… Cuando llegaban los primeros fríos se dirigía al hospital, y desde este su «palacio de invierno» mandaba pedir dinero a los editores. «Mándeme usted algo —le decía a uno— para evitar que me muera mucho de hambre.» Pero ahora el poeta tiene domicilio propio, lo mismo que si supiera ganarse la vida. Allí está, durmiendo la última borrachera, y allí puede, si quiere, hasta permitirse el lujo de dar reuniones. Las únicas reuniones posibles entre poetas y gentes de mundo. Por lo demás, a mí no me extraña gran cosa el que la duquesa de Rohan haya cursado para sus tés esa invitación a ultratumba. Don Segismundo Moret quiso, hace años, que Macías Picavea tomase parte en una velada del Ateneo, y Macías Picavea ya hacía tiempo que estaba muerto por aquel entonces. En cuanto a Verlaine, ¿quién sabe qué es lo que la duquesa de Rohan ha leído acerca de él? Cuando se muere un poeta, los periódicos dicen siempre que no se ha muerto. «No, no ha muerto el poeta; sus versos vivirán siempre.» ¡No ha muerto el poeta!… ¿No se ha de haber muerto, si lo han matado ustedes de hambre? En el caso de Verlaine se puede asegurar que el poeta ha muerto, y a su muerte han contribuido los periódicos, que no le tomaban trabajos, tanto como los editores, que casi no le pagaban.Pero no hay que recordar las amarguras pasadas.
   Pero no hay que recordar las amarguras pasadas. Con la aristocrática invitación se le abre ahora a Verlaine un porvenir espléndido. La duquesa de Rohan, que es autora de un libro de versos muy elogiado por la crítica francesa, preside actualmente un Jurado que va a dictaminar sobre obras literarias. Hágase amigo suyo Verlaine. No cometa muchas incorrecciones en el salón, no fume la pipa, no escupa en las alfombras, no se meta el dedo en las narices... ¡Quién sabe! Tal vez le premien algún soneto.

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